Algo más que un bar en mucho más que un teatro.

Historia de tres bebidas.

El intento de introducir la infusión de café en Europa se tropezó con grandes dificultades. Probablemente no fue por la bebida en sí, ni por su inhabitual amargor, sino por el desconocimiento que se tenía en Occidente del uso del agua caliente como bebida. En estos países de vino o de cerveza no existía la tradición de hacer infusiones, como ocurría en los países musulmanes, donde estaban prohibidas las bebidas alcohólicas. Servir al invitado una taza de agua hervida coloreada de negro parecía poco obsequioso. La leyenda dice que las amas de casa holandesas intentaron preparar las primeras infusiones de café con caldo de gallina, por aquello de darle alguna consistencia y, claro, aquello fue un desastre.

La cerveza que se bebe hoy poco y nada tiene que ver con la antigua, conocida ya hace miles de años entre íberos y chinos, francos y germanos, en cuya elaboración se empleaban toda clase de cereales. (…) Considerada como bebida de la pobreza, se convirtió en un “pan líquido” que formaba parte astutamente de las penitencias cuaresmales en los conventos y único alimento para las pobres gentes. Era pan y sopa al mismo tiempo.



Una hermosa leyenda cuenta que una princesa, que tenía que guardar el tesoro de su marido que se había ido a la guerra, fue atacada por unos forajidos. Como no quiso confesar dónde se hallaba el tesoro, para vengarse los fementidos ladrones la mataron. De su sangre nació el cacaotal con sus almendras, rojas como su sangre, amargas como sus sufrimientos. (…) Para los aztecas era el árbol paradisíaco, el árbol del saber sabroso y de la ciencia.
Sabores que saben. A. Arribas Jimeno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario