Algo más que un bar en mucho más que un teatro.

El aire de la casa era celeste

Si la madre amasaba.

En el horno las llamas de la leña
Torres de hojas de ocaso soliviaban.
“-Es para la semana”-, decía y en la mano
la pala carbonilla de quemada.
Debajo el lienzo tibio
El pan caliente se desaromaba.

-“Vaya cada uno con su palomita”- y a cada uno
quemándole las manos la paloma dorada.

Le estábamos comiendo
las alas a la infancia.

Manuel J. Castilla. Ángeles de visillo. 1976.

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